Nutrición y la Ley de Cuidados Inversos

22 abr

La nutrición es clave para tener buena salud, pero nutrirse bien implica una cultura culinaria, una educación formal y unos recursos monetarios. Estos tres factores pueden compensarse entre sí hasta un cierto punto, pero lo habitual es que se cumpla la Ley de Cuidados Inversos, de forma que quien más precisa una nutrición adecuada sean quien menos la consiga. En este trabajo, de Marc Casañas, se analiza el problema del cumplimiento de la Ley de Cuidados Inversos en nutrición humana. Marc Casañas Escarré es estudiante del grado universitario de Nutrición Humana y Dietética en la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Reus (Cataluña). Participante en el congreso de Dietética Sin Patrocinadores (DSP) http://www.dieteticasinpatrocinadores.org/ el día 7 de mayo del 2016 en Alicante y adscrito en un proceso de selección (15 ponencias disponibles y mediante voto de los asistentes se elegieron 10). No salió entre las 10 más votadas pero participar en todo el proceso fue la mecha para empezar a escribir sobre Nutrición y la Ley de Cuidados Inversos. A modo de agradecimiento a los / las organizadores /as de la jornada, quiso distribuir los archivos adjuntos (formato power point y en formato word comentado cada diapositiva) para que los demás tuvieran la información disponible y le sugirieran cambios, aportaran críticas o simplemente contactaran con él vía correo-e para discutir el asunto. La ley de cuidados inversos fue postulada por Julian Tudor Hart en 1971 la cual anuncia que (traducción propia y libre del enlace de la wikipedia inglesa) “La disponibilidad de atención médica tiende a variar inversamente con la necesidad de la población servida. Ésta […] (ley) opera completamente cuando la atención médica está totalmente expuesta a las fuerzas del mercado, y menos cuando esta exposición se reduce”: https://en.wikipedia.org/wiki/Inverse_care_law .Hace constar Marc Casañas: “Para llegar a la población más necesitada (la cual podamos ayudar) lo mejor sería entrar en el sistema nacional de salud a la vez que uno/a busca la gente con más urgencia de atención (por ejemplo en visitas a domicilio, programas de salud pública, prevención primaria en chabolas gitanas o focos de pobreza, realización de estudios longitudinales controlando distintas variables como podría ser la condición socioeconómica…). En nuestra situación actual, casi que no podemos elegirlo dado que en consulta privada quien no paga no puede recibir nuestros servicios a no ser que atendamos a esas personas de forma totalmente gratuita o mediante “deudas” siendo nosotros/as “inversores” de su salud otorgándole autonomía a largo plazo paliando necesidades nutricionales básicas. La ponencia tendría también su parte ¿negativa?: la cosa no es sólo si “¿Pueden ayudar los graduados/as /técnicos/as en nutrición en este ámbito?”, sino también “¿Pueden no ser necesarios?” Lo cual podría situar la profesión en un nivel de atención a personas con necesidades ya cubiertas, lo cual no es un problema per se pero bajo mi punto de vista reduce su campo de actuación y la justicia social intrínseca a casi cualquier profesión sanitaria (equidad a nivel vertical y horizontal; tanto el más rico como el más pobre y el mismo trato entre cualquier persona indistintamente de su sexo o preferencia sexual, posición religiosa, ideología política, color de piel…). Un intento de situar el ámbito de los más necesitados podrían ser los colectivos de presos, refugiados, vagabundos, desahuciados, infantes en orfanatos o huérfanos que viven en casa de familiares lejanos, zonas aisladas en campamentos o con poca seguridad de salubridad, inmigrantes sin papeles, parados de larga duración que han perdido el subsidio, gente en asilos, pacientes psiquiátricos institucionalizados, personas con anorexia (aunque sería más tema multidisciplinar), trabajadores/as sexuales, gente con adicciones/ politoxicómanos/as…”