El encarnizamiento médico con las mujeres: 50 intervenciones sanitarias excesivas y cómo evitarlas

2 abr

La palabra “encarnizamiento” es muy dura. Significa “crueldad con que  alguien se ceba en el daño de otra persona”, pero refleja bien el  sufrimiento que conllevan las actividades médicas innecesarias o  excesivas en las mujeres.
La desigual distribución de poder entre hombres y mujeres en nuestra  sociedad patriarcal tiene consecuencias en la atención clínica. La  paciente mujer implica cuestiones y situaciones específicas, pero no  solo por la biología y la psicología, sino también por la cultura y los  hábitos sociales, por su género. Por ello, la mujer recibe peor atención  que los hombres ya sea por defecto (acceso retrasado a programas de  hemodiálisis, al diagnóstico de insuficiencia respiratoria crónica…) o  por exceso (más apendicectomías innecesarias, mayor polimedicación que  los hombres…). Una discriminación que se multiplica aún más cuando la  mujer tiene una minusvalía, un problema mental grave, es anciana, no es  heterosexual o intercambia sexo por dinero o drogas. La mujer también  es, más que el hombre, objeto del intervencionismo sanitario inhumano  mediante la mercantilización de la menstruación, la sexualidad, la  atención en el embarazo, el parto y la lactancia y la supuesta  prevención de los cánceres femeninos.

Dos ejemplos en acceso y reproducción libres: