La libertad de expresión incluye el derecho a ser imbécil y demostrarlo

16 dic

Necesitamos parrhesía, a sabiendas de que el hablar claro y valiente (parrhesía) implica un compromiso con la verdad de lo que se dice, un compromiso radical porque a menudo nos pone en peligro.
En la clásica Atenas de Pericles, la libertad de expresión se logró con:
1/ isegoria, que daba igual derecho a hablar a todo ciudadano, y ser considerado por el fundamento de sus aportaciones, no por su valía en la expresión de las mismas y
2/ parrhesía que daba derecho a defender ideas con audacia, por más que parecieran extravagantes, y en contra de los poderosos, hasta ridiculizarlos.   Es decir, se aseguraba al tiempo la posibilidad de hablar y de hacerlo con franqueza.   En la respuesta a la pandemia covid19 hemos fracasado respecto a tal libertad de expresión, transmutada en aras de un bárbaro salubrismo “salvador” que conlleva un pensamiento único.
 En tiempos pandémicos y postpandémicos no ha habido ni hay isegoria; tampoco, parrhesía.